Cuando te dedicas a una actividad como la nuestra es difícil diferenciar que es trabajo y que no lo es, para nosotros enseñar ese Marruecos tan alejado de los clichés habituales es una meta personal que compartimos los cuatro.
Esta semana pasada por primera vez, tres de los cuatro miembros de Amazigh (que contamos a nuestra gata Viernes como un miembro más) hemos visitado el tan idealizado Occidente, y que no por que ahora este en crisis es menos.
Ver desde la distancia los esfuerzos titanicos que muchos hacen para comer, vestirse, ir a la escuela, la cantidad de objetos que son imprescindibles y que su ausencia hace sufrir, sientes en mi caso, -que bien hice en su día descolgándome del sistema, cuanta suerte tuve al no encontrar forma de emigrar, espero que el tercer miembro diga que suerte haber nacido en Marrakech.
A ojos vista de esas personas y de otras que viven expatriadas en burbujas, algunas sostenidas por un buen pedestal, otras en pelotazos imposibles, somos unos pobres, que como diría mi antaño querida tía Pepita no tienen un señor salón, un señor cuarto de baño y así un largo etc de señores no sé que. Es cierto que comemos en el suelo, no gastamos ropa de marca en algunos casos es heredada o regalada, no comemos fuera todos los días y aprovechamos todo hasta sus últimos días, pero y no es una frase hecha nos sentimos inmensamente ricos y poderosos, somos dueños de nuestro tiempo, que gastamos de la forma que mejor nos parece, podemos vivir de acuerdo a nuestras convicciones sin necesidad de esfuerzos de forma natural.
Hago esta introducción ya que esa ausencia de consumismo desenfrenado, ese andar en lo básico nos permite dedicarnos a las personas, aquí ya hemos vivido situaciones increíbles consiguiendo que muchos se despojen de esa coraza imprescindible para vivir en occidente y nos muestren lo mejor de si mismos, pero es que cuando nos hemos reencontrado o conocido personalmente hemos vuelto a sentir ese sentimiento de lo fundamental de las relaciones humanas sin más transcendencia que la buena charla y el buen rato. Quiero aprovechar y dar las gracias a todos los que nos habéis recibido con los brazos abiertos, nos habéis ofrecido vuestras risas y ganas de compartir, así como a los que además nos habéis proporcionado nuevos conocimientos.
Hemos vuelto convencidos que el camino elegido no es el más rápido ni probablemente el que más dividendos nos proporcione, pero es el que nos llena, nos alegra y nos hace cada día levantarnos y que al acostarnos tengamos el convencimiento de haber dado lo mejor de nosotros.
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